Tener un inmueble que represente el espacio y lugar propio, donde se comparte con la familia, genera una sensación de bienestar.
La libertad de refaccionar o reformar de acuerdo a los gustos de los propietarios
si se desea pintar una pared de un color llamativo, construir un quincho, una terraza o una piscina es posible, no así en caso de vivir en un inmueble alquilado.
Los precios de la vivienda se revalorizan a largo plazo, por lo que la compra del inmueble constituye una inversión.
Si se compra con una hipoteca, una vez que se haya pagado, no se tendrá la preocupación de tener que pagar por un lugar donde vivir.
Satisfacción emocional
tener una casa hace sentir seguridad con sensación de independencia y de logro personal para las personas y familias.
Estabilidad financiera
a diferencia de la renta que tiende a subir cada año, el pago de una hipoteca se mantiene invariable de acuerdo al contrato firmado con la entidad financiera.